viernes, 17 de junio de 2011

Diecisiete: Lo que me gusta

Este domingo es el Día del Padre en Chile y en varios países del mundo. Ni les cuento la fascinación que me produce, al cumplir el tercer año de celebración de una fiesta en la que esperaba –con ansias- ser incluido.

Tiene un perfil distinto este día. “Es que la mamá es la mamá”, me dice la Andrea, cuando yo le comento mi sensación de que la gente no tiene muy internalizada la fecha, en comparación al Día de la Madre. Ella misma me comentó de un caso que raya en el absurdo: un colega en su oficina que fue festejado por su esposa e hijos el domingo pasado, por confusión…

Los padres tenemos un rol principal con los hijos, pero el protagonismo es materno, no hay duda. Son ellas quienes alojan ¡en su cuerpo! una esperanza que se vuelve vida, y con la cual generan un vínculo invisible, que mezcla lo emocional y lo biológico.

Ya lo dije en alguna entrega anterior, más que luchar por destronar a alguien en “preferencia”, nos corresponde asumir de la mejor manera el rol que nos tocó desempeñar. ¡Y que nos trae tantas y tantas satisfacciones!

Por eso, ante una nueva conmemoración para el “actor de reparto” más importante de la película que filmamos cotidianamente, decidí compilar en una lista, todo aquello que me hace amar mi circunstancia actual. Esto es, hoy, lo que me gusta de ser padre:

- El aroma de Darío, a mi propia infancia.
- Las mañanas de a tres.
- Las preguntas del tipo: "¿Cómo está tu hijo?”
- Los estantes de juguetes en las tiendas (siempre los he seguido mirando, pero ahora tengo una justificación…).
- Imaginar, en qué estaremos los tres, en unos 20 años.
- Las vacaciones, bajo un nuevo concepto.
- Enseñar.
- Pensar siempre en dos personas, antes que en mí.
- Mi cansancio, consecuencia de las mejores razones.
- Cocinar comida especial
- Oír música con Darío, y verlo aplaudir cuando termina cada pieza.
- Los pequeños abrazos que recibo al llegar a casa.
- Armar torres. Una y otra vez.
- Explicar los nombres que tienen las cosas en el mundo.
- Soñar. Más que antes.
- Haber comenzado un nuevo capítulo en mi historia.

Y, claro, me gusta mucho no haber perdido de vista las características extraordinarias que ha tenido todo este proceso. Sorprenderse, a un nivel superlativo, con todos los detalles de la paternidad, es un regalo que a estas alturas, se valora de mejor manera, creo.

Cierto es que, a veces, estoy agotado; con poca reacción; escaso tiempo para intenciones personales…pero también lo es que las decisiones que me llevaron hasta este punto las tomé con gusto y a conciencia. Más que nunca, creo que la paternidad es un acto de amor. Y, como he aprendido a golpes y experiencia: el amor es voluntario.

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