viernes, 3 de agosto de 2012

Cincuenta y Siete: Buscamos Niños

Revisaba hace un par de semanas, estadísticas y proyecciones de la población chilena desde ahora, hasta 2020. El estudio no daba lugar a dobles lecturas: este país está envejeciendo a un ritmo feroz, replicando con algo de retraso una situación con la que ya debió lidiar Europa durante los últimos años (y que solo algunos países han logrado revertir).

En 2008, de hecho, tuve la fortuna de visitar el Viejo Continente por única y última vez, palpando esta realidad de manera directa. Fue impactante recorrer las calles de Praga y Viena, por ejemplo, disfrutar de su belleza e historia pero, al mismo tiempo, darme cuenta de que no había niños. Usted, lector, pensará que exagero, pero lo cierto es que el primer grupo de niños que vi en ese viaje fue uno guiado por dos educadoras de párvulos, que de la mano, los llevaban seguramente a conocer algún lugar.
No es difícil descubrir las razones que han llevado a Chile a este mismo punto. Jóvenes que se van cada vez más tarde de casa; parejas que, a pesar de llevar tiempo juntas, deciden postergar una y otra vez los hijos; otras que, derechamente, deciden no tenerlos, para dedicarse a sus sobrinos/ahijados/primos o a sus intereses personales (viajar, estudiar, salir, en definitiva, consolidar una relación compartiendo de a dos)...La generación de posibles "nuevos padres" piensa distinto. Ysus ideas siguen cambiando.

Comentaba esto con la Andrea, bajo diferentes enfoques. "¿Sabes? Si fuera egoísta y pensara solo en el futuro de Darío, estaría feliz por la cantidad de oportunidades que puede llegar a tener", le dije. "Eso, porque habrá escasez de profesionales y mano de obra, en todos los ámbitos. Sin embargo, eso nos perjudicará a todos, en cuanto a la capacidad que tenemos, como país, de seguir creciendo"
Como familia, hoy "padecemos" la ausencia de niños en los contextos cotidianos. Dentro de mi grupo de amigos más cercano (8 personas), por ejemplo, solo uno tiene un hijo, tres años mayor que Darío. El resto, no ha dado señales. ¿Y en mi familia? Mi hermana parece que ya optó por no embarcarse en esta empresa y de mis más de veinte primos, menos del 3% lo ha hecho (o está justo en el proceso).

Con mi experiencia de tres años de paternidad, entiendo mejor todavía ambas alternativas. Aun cuando soy feliz con la decisión que tomamos con la Andrea, no hago un juicio de quienes van caminando por otra vía. Aunque ello, por supuesto, no es obstáculo para que pueda, de manera permanente, contar lo maravillosa que ha sido mi experiencia en relación a esta aventura (como lo hago en este blog). Y que esas historias sean leídas -y ojalá disfrutadas- tanto por unos, como por otros.


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