sábado, 10 de noviembre de 2012

Sesenta y Dos: ¿Dónde vamos?


Crear expectativas en un niño, debe ser uno de los procesos más sencillos e inconscientes que vivimos los adultos. Empeñados en el objetivo de mantener bajo control ciertas situaciones, solemos a apelar a frases destinadas a seducir, que terminan jugándonos en contra.

Hoy, por ejemplo, debemos estar atentos a las promesas que realizamos a Darío (además de las que hacen sus tíos y primos), de manera de evitar un posible drama, derivado desde el incumplimiento.

Los niños, a los 3 años, están generando una fluida administración de la memoria. Y nos sorprende cada día el hecho de que recuerden hitos de su breve vida que los marcaron: la visita a un parque; lo que ocurrió en él y qué es lo que comimos ese día…

A la Andrea no le gustan los fines de semana en casa. “No quiero estar encuevada”, me dice siempre. Una preferencia que implica estar inventando sábados y domingos alguna salida (entretenida o no), que nos lleve a algún lugar, a hacer cualquier cosa.

Esa circunstancia, también genera expectativas. Y cada mañana, temprano, después de pedirme a los gritos: “Papá, quiero mi leche”…lanza otra frase de manera permanente: “¿Dónde vamos?

Al principio, nos reímos, pero la quinta mañana consecutiva, entendimos que habíamos creado un “monstruo” de los paseos y las salidas, y que el desafío sería permanente, en cuanto a la novedad de cada fin de semana.
Justo ahora que escribo, son las 9.28 del sábado, y estoy pensando ¿hacia dónde apuntaremos hoy el radar? ¿Seremos capaces de hacerlo feliz hoy?

Hasta el momento, estas preguntas han tenido respuestas satisfactorias, en parte, porque nuestro pequeño disfruta con las cosas sencillas. Esas mismas que nosotros, como adultos, guardamos en nuestros recuerdos. Tanto que al reencontrarlas, nos mandan de regreso en un viaje feliz a la mejor infancia. 

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